Nadie me verá llorar-

Corre el año 1920 y Joaquín Buitrago, que por azares de su vida acabada dedicándose a la fotografía de los internos del manicomio mexicano La Castañeda, sepa de pronto entre las mujeres a la que retata con Matilda Burgos. Obsesionado por la identidad de esta enferma, pues cree haber sido conocido hace años en el célebre burdel La modernidad, trata de recabar información sobre ella. Como Joaquín descubre poco a poco, Matilde, nacida en los campos donde se cultiva la olorosa vainilla, llegó a la capital para caer en las manos de un adulto para la práctica para una singular teoría médico-social. La marea de recuerdos, de la que va surgiendo la turbulenta existencia de Matilda, provoca también el fotógrafo una reflexión sobre su propia vida y sobre los motivos de su dependencia a los narcóticos. Y tal vez atisben los dos porvenir que los rojos de la derrota moral y psíquica en la que se encuentran. Sea como fuere, el viaje al pasado habrá valido la pena.