El árbol de Butternut-

Avon, Ohio, era una pequeña ciudad agrícola adormecida en 1945. Una forma de vida simple se centraba en la estricta doctrina católica, la Iglesia de Santa María, y las verdades objetivas y el sentido del bien y el mal contenidos en esas instituciones sagradas. La tolerancia era un lujo, uno en el cual esta ciudad nunca se permitía, favoreciendo la vara sobre la compasión. En 1928, cuando una mujer joven fue víctima de un ataque sexual, se vio empañada, independientemente de su matrimonio posterior y una casa llena de niños. Años después del asalto, nací en esta familia, una familia que compartía una granja en ruinas apenas lo suficientemente grande como para contener a dos personas, y mucho menos a mis abuelos, mi madre, mi hermana y mis dos hermanos. La negación de la gente del pueblo se convirtió en condena cuando mi padre se divorció de mi madre; el pueblo evitó a nuestra familia y mi madre se fue a su cama, incapaz de verse a sí misma o al mundo. Inconsciente de la causa de la incapacidad de mi madre para funcionar, solo sabía que iba a crecer para vivir una vida diferente. Hice una promesa a ese efecto a la edad de siete años, bajo la sombra y la protección de mi árbol de Butternut. El cumplimiento de esa promesa ha tomado muchas vueltas.